domingo, 24 de abril de 2016

Marrakesh

Unos días es muy poco para acercarnos al mundo marroquí, tan cercano a nosotros y, cuando llegas , tan distinto .
 La Medina ha sido el descubrimiento. La mayoría de los oficios que ya no conocemos se siguen practicando allí como algo cotidiano y no como reclamo turístico. piensas en los gremios medievales cuando , al pasar por una de sus callejuelas ves herreros y forjadores de preciosos trabajos, que luego ves enrejando ventanas de casas paupérrimas pero con arte en sus cerramientos.
 Como llama la atención ver esos trabajos en madera, !Qué puertas ! con tiempo me gustaría hacerles un reportaje digno de tal belleza.
 Trabajos de orfebrería con los estucos - no sé si son escayolas- que enredan filigranas de flores, hojas y mil dibujos con el correspondiente vaciado entre cada uno y el peligro de estropear el trabajo en cada vaciado.
Los palacios y museos te dejan impactada cuando ves su enorme belleza, sus techos artesonados y policromados, sus paredes donde te pierdes admirando tanto esmero y riqueza artística.

Pero vuelvo a la Medina ; como íbamos en grupo de cuatro, no pude sentir el peligro del que nos avisaban. Al contrario , preguntando para no perdernos en el camino a nuestro Riad siempre encontramos ayuda, y además varios días bien entrada la noche. sorprendía ver a esas horas como la gente seguía sus compras diarias : la fruta , verduras y hasta el carnicero cortando los encargos como si fueran las 12...del mediodía.¿Por qué esos horarios de compra? Pensábamos en que sería gente con trabajos hasta tarde y también que la fuerza de la meteorología , pues cuando empieza el calor- que en Marrakeh puede llegar a los 46 grados , lo mejor será dejar el avituallamiento para la noche...


Recorrer sus callejuelas te obliga a estar muy atenta : miles de motos pasan rozándote y sin avisar, así como muchos carritos tirados por burros- vi uno recogiendo la basura por la noche, ningún camión- en cambio también los coches entran a las calles más estrechas...hay que ir con cuidado.
Entre las callejas , una gran puerta anunciaba un Riad de lujo o un gran restaurante.
Llama la atención esa arquitectura árabe; la pobreza del exterior no responde a lo que encuentras al traspasar la puerta. Eso mismo sentimos la primera vez que entramos en el nuestro. Las calles que llevaban allí no podían ser menos prometedoras, pobreza y miseria, pero al entrar un gusto exquisito y muy acogedor siendo un riad de precio bastante asequible.
Además su personal , siempre atento y sin ser demasiado obsequiosos lo que haría incómodo el trato.
Su nombre : Baba Ali, merece que no lo esconda y nadie se asuste por el barrio donde está situado.

Ni me detendré a hablar de la famosa plaza ;
Jemma el Fna es un hervidero incómodo muy turístico en el peor sentido del exotismo y el zoco- yo diría los zocos, me pareció interminable- es como todos, miles de tienditas y vendedores a la caza.

En cambio, es muy cierto que los atardeceres desde la plaza son inmensos de color y belleza.Tanto da desde que terraza contemplarlo, es un lujo que impresiona.












El Museo ali Ben Jousef o o Madraza te deja sin aire.ha sido un hermoso viaje.

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