jueves, 3 de abril de 2008

Noche de Jazz en el Lincoln Center



También estaba programada desde Las Palmas la reserva de mesa, pues a la vez es un restaurante. Al llegar se nos cortó el aliento. La pared del fondo era una enorme cristalera de techo a suelo de modo que estábamos colgados sobre Columbus Circle y un impresionante paisaje de rascacielos. Aún era de día y como tardaban en servirnos la cena, nos lanzamos a la cristalera. Allá abajo seguía una larga fila de coches de Policía sin moverse. Los llevábamos viendo todo el día y por todas partes. Días después , alguien nos comentó que era una forma de reclamar incremento de salario, pues siendo una de las policías más efectivas del mundo, es de las que menos cobran.
Salió el grupo de jazz y siento no recodar su nombre. Estaba compuesto por el cantante - muy bueno- un pianista, un bajo- buenísimo- y un maravilloso xilofonista que tocaba no con los dos palillos reglamentarios, sino CON CUATRO y el sonido era magnífico.Su trabajo no debía ser nada fácil, pero no desafinó nunca a pesar de lo mucho que se movía, encogía, saltaba... Además era un gran showman y el presentador del grupo. Me perdí sus comentarios irónicos- mi inglés es básico, lo justo para sobrevivir- pero su lenguaje gestual y corporal te hacían reír. Al fondo, como telón, aquel pisaje de luz y movimiento que era la propia ciudad. No sabías donde mirar.
La cena no estaba mal ni bien. Como la sala estaba en penumbra fue al morder los filetes cuando descubrimos que estaban demasiado pasados -mejor decir quemados- la ensalada demasiado aliñada y las cajun french potatoes - para mejor ambientar la sesión- venían directamente de Nueva Orléans, picantes y sabrosas, pero te quemaban y hubo que dejarlas, Hugo el primero, que para eso es el rey en detectar sabores prohibidos.
Al salir, no nos resistimos a ir planta por planta, pues aquel edificio a aquella hora era como la Plaza Mayor : lleno de gente que se divertía. Entramos en un museo de jazz- interactivo- donde además de muchas fotos, podías oir composciones de todos los más reconocidos músicos de cualquier lugar del planeta.
En otra planta, Samsung tenía un enorme mostrador donde podías, pasando el dedo por encima del cristal, hacer un montón de cosas. Allí me animé a preguntar a uno de los muchos policías que estaban jugando, si estaban celebrando algún party , pero no entendí su respuesta.
En otra planta- del ala del edificio donde estábamos, el Times Warner - muchos bares con gran ambiente dentro. Definitivamente los newyorkinos duermen poco y viven mucho.
Había una gran librería abierta y todos nos lanzamos a curiosear : había cualquer tipo de libro, folleto o revista que quisieras. Muy tentador . Como Luis y yo estábamos muy cansados, dejamos a los tres mosqueteros en la tienda y nos despedimos hasta el día siguiente.

miércoles, 2 de abril de 2008

Baloncesto en el Madison Square Garden




Fue una experiencia impactante y yo me la quería perder. Gino y Dara habían sacado entradas por Internet y yo pensaba quedarme en el Hotel descansando...menos mal que cambié de idea y decidí sacrificar el descanso... Empezaba a las ocho de la tarde y cuando llegamos- ya con el tiempo justo- había una multitud entrando. Teníamos que validar la reserva y no hubo ningún problema, unas señales te iban dirigiendo hasta unos cajeros donde bastó pasar la tarjeta de crédito y al instante se imprimieron las entradas. Subimos y la segunda planta era, por decirlo así, la planta restaurante, había una serie de mostradores- muy comida americana : perros calientes, cerveza, hamburguesas...- y ya con nuestras bandejas pasamos dentro.
!Qué espectáculo!. Era un espacio gigantesco lleno de luz y música y de aficionados entusiasmados antes de empezar. En el centro, por encima de la pista, enormes pantallas conectadas a distintas cámaras donde se entrevistaba a jugadores o se hablaba de los Nicks, el equipo local de baloncesto que jugaba esa noche contra otros de Miami( ¿pueden ser los Heats, no lo recuerdo, vamos a llamarlos así ). La sensación era de estar en Times Square con tanto color e imágenes cambiantes. Por los pasillos, un montón de vendedores de palomitas, globos, bebidas...por cierto que te entregaban las botellas de plástico sin el tapón metálico, así no hay problemas de seguridad.El ambiente era de gran euforia, entusiasmo, caliente...
Empieza el espectáculo. Sale una cantante al centro y todo el mundo- nosotros también, claro- se ponen en pie. Era el himno americano que escucharon con un enorme respeto ( no vi manos al corazón como en las películas, pero puede que no viera A TODOS, en un espacio tan grande) .
Los Nicks comenzaron ganando y así siguió hasta el segundo tiempo.
Hugo me cogió desprevenida . Cada vez que el equipo contrario ( los Heat de Miami ) hacían una canasta, aplaudía a rabiar ( pensé : qué arriesgado, aquí lo van a matar ), pero en él no hay sorpresa , eran los desahuciados y tenía que apoyarlos, así lohace siempre. Mis frívolos comentarios de que habíamos venido a pasarlo bien y mejor aquí ser neoyorkinos, ni le inmutaron. Gracias a Dios, tres adolescentes que teníamos delante empezaron también a ir contracorriente ( quizás eran cubanos de origen y en Miami hay muchos...) el caso es que el equipo de los Heat me empezó a gustar por cómo peleaban cada punto y también yo me fui entusiasmando con ellos. Dara empezó a mirarme con una media sonrisa, hasta que me dijo claramente : Pero ¿tú a quien apoyas?, estás aplaudiendo a los dos a la vez. Así fue, ya sólo me importaban las buenas jugadas fueran de quien fuesen !Y lo pasé genial!.
Gino estaba contento, aquello era más de lo que esperaba cuando hizo la reserva y , además, la rajada de su madre no sólo había ido, sino que estaba disfrutando como una cosaca.
La sorpresa es que en los tiempos muertos que pedían los entrenadores, el espectáculo no paraba. Inmediatamente salían a entretenernos : una vez fueron unos niños que, con mucho sentido del ritmo, bailaban mientras tocaban tambores y platillos. Estos mismos niños, a lo largo del resto del partido, se iban situando entre el público, cambiando continuamente de sitio, para seguir animando desde allí con sus tambores, pero siempre haciendo música, no ruido.
También salió una autoridad acompañando a dos bomberos para que aplaudiéramos su heroísmo en un accidente con unas grúas de las que todos habían oido hablar menos yo, que no leí periódicos ni vi la televisión esos días.
Las Majorettes son toda una institución: ya a la entrada las vimos dejándose fotografiar con grupos familiares o de amigos. Además de bailar, en otros tiempos muertos salieron a disparar unos cañones de aire comprimido arrojando al público camisetas de los Nicks...un verdadero espectáculo en mitad del otro.
Poco a poco, el equipo visitante se fue igualando. La grada que miraba a la canasta de los Heat era un mar de larguísimos globos azules que los fans de los NIck agitaba ruidosamente cada vez que los Heat tenían que encestar con la perversa - y no oculta- intención de distraerlos y que fallasen. A la entrada estaban vendiendo un dedo gigantesco de espuma que se colocaba en la mano para agitarlo con el mismo fin. Sucedió lo más impactante: al finalizar el partido EMPATARON.
El público ya no estaba sentado, corrían por el pasillo o se situaban más abajo, en los asientos que iban quedando vacíos, pues muchos- debido a la hora- tenían que irse.
Eso es algo chocante. Era un martes y aquella gente tendría que trabajar al día siguiente, ir al Instituto...pero los newyorkinos tienen una energía especial. Allí había mucha gente que no se movió hasta el final ( todo duró más de dos horas, pues lo de los tiempos muertos llegó a ser tan frecuente como cada minuto y medio...y no estoy exagerando). Cuando por fin acabó ( y ganaron los Nicks o los podían asesinar ), salimos en perfecto orden, sin que nadie empujara ni se colara.
Estábamos pensando en coger un taxi, pero la cola era terrible. Nos resignamos a tener que esperar un metro - allí mismo, a menos de 20 metros -que no se colapsase con tanta gente.
Nada de eso pasó. Era un metro de muchos vagones y entramos todos sin agobios.
Fue una noche inolvidable que me quería perder y se la debemos a Gino cuando tuvo aquella idea tan estrambótica de ir a ver a los Nicks en su campo.

martes, 1 de abril de 2008

Una semana en Nueva York




Ayer volvimos. Lo mejor del viaje ha sido estar todos juntos estos días.
Antes de salir tenía miedo a no poder seguir el ritmo de Gino, Dara y Hugo, pues treinta años más, son muchos años a la hora de caminar incansablemente por una ciudad inabarcable ( de Luis no digo nada porque nació caminando y su resistencia es increíble, pero aún así hubo un día que yo pude más que él y seguí cuando prefirió irse al hotel a descansar ). Dara me decía : ya tendrás tiempo de descansar cuando vuelvas a casa.
Tenía razón, anoche dormí de un tirón y esta mañana me levanté sin jet lag ni cansancio.
Del viaje hay mucho que contar. Gino lo preparó todo, día por día y así salió tan bien que tengo la sensación de que no me perdería en Nueva York si ahora me dejaran allí.
El padre y el hijo no han parado en sus respectivos "oficios" fotográficos, esa ciudad es increíble y ahora vendrá la competición por ver quien la retrató mejor. A mí me quedan imágenes en la retina como, por ejemplo, los judíos en su barrio : ellas- mayores, jóvenes y niñas - con faldas por debajo de la rodilla, medias de un horrible color amarillento y pelo tapado por un pañuelo algunas, ellos con abrigo-gabardina negro, sombrero delmismo color y a ambos lados de las orejas los típicos tirabuzones. Miras y no te puedes creer que ese barrio esté en una ciudad tan siglo XXII.
Y a la vez, son los mismos que nos atendieron en una enorme tienda dedicada sólo a la fotografía, donde con una eficiencia impactante - cada vendedor a medio metro de otro y conectados cada uno ( !eran cientos ! ) a su propio ordenador desde donde hacían los pedidos al almacén y antes de acabar de pedir llegaba al vendedor- como un milagro- una caja de plástico ( transportada por unas vías que recorren el techo de cada planta ) el empleado te lo entregaba ipso facto para comprobar que era eso lo que querías. Salimos de allí asombrados por la eficacia del sistema.
Esa es una de las características que me han enamorado de América. Todo funciona con rapidez y la gente te atiende sin agobios ( si un negocio necesita a 20 yo creo que contratan a 30, todo se hace con rapidez y sin que tengas que dejarte el alma para conseguir lo que sea).
Otra característica es que siempre te tratan con amabilidad, sin adulación, son naturales y si pueden ayudar no pierden tiempo, ya están haciéndolo. No sólo me refiero a que por las calles te ayudan si te ven perdido aún antes de que lo pidas, es por todas partes. En los restaurantes lo entiendo porque sus propinas dependen de ello, pero aún así no deja de ser una ciudad que puede ser difícil para vivir y trabajar por lo que te asombra la buena voluntad y el buen ánimo con que se hace todo. Hugo - que es muy perspicaz- siempre estaba atento a esos detalles y nos los hacía ver .Tanto nos habían hablado de la entrada al país y el paso por la Aduana pero pasamos el control- muy riguroso- en menos de media hora ( había una larga cola delante de nosotros ) porque dos policías sólo estaban para agilizarla y lo hacían mientras charlaban entre ellos, sin perder de vista qué mostrador iba a quedar libre.
Cuando entras a tomar un café o comer, ya te están poniendo los vasos de agua delante- por desgracia helada, tienen esa costumbre aún en pleno invierno - ( estábamos entre 2º grados y 10º, siempre mucho frío ).



Dedicamos la mañana del domingo- como buenos newyorkinos - a pasear por Central Park, hacía un sol espléndido y había mucha gente.
Allí no nos sorprendió verlos en camiseta , pero la tarde que fuimos a Brooklyn ( qué barrio tan bonito y qué paseo al borde del río con las impresionantes vistas de Manhatan al atardecer enfrente del paseo ) pero con un frío que acuchillaba , dos parejas de novias, con vestidos ligeros, posaban para el fotógrafo...mientras se pelaban de frío, pero aún más sorprendente era ver a deportistas sudando la camiseta como si estuviéramos a 30º...Cuando llegamos al puente de Brooklyn el cielo estaba pasando del rojo violento- era un atardecer sin nubes- al naranja, después al morado y poco a poco se hizo de noche. El espectáculo se hizo aún más sobrecogedor: se fueron iluminando los rascacielos que teníamos enfrente y el mismo puente con la guirnalda de colores que siempre hemos visto, pero que no tiene nada de empalagoso ni cursi viéndolo al natural.. .El cine no ha hecho justicia a tanta belleza. Pero puedo asegurar que Gino ( y su padre ) sí que lo hicieron. Las fotos , que vimos esa noche desde las propias cámaras, son magníficas.
Dara aguantó posando para Gino- que se volvió loco fotografiando cada ángulo que nosotros ni siquiera habíamos visto - y no sentían el frío ( bueno, yo creo que ella sí, tiene un mérito que no se puede valorar si no se ha estado allí con el aire húmedo y 4º ya sin sol) . Serán las únicas fotos con paisaje humano pues Gino no quiso nunca hacer fotos ni del grupo ni individuales, y mucho menos prestarme su cámara . A Hugo y a mí nos asustaba como se plantaba en medio del tráfico para sacar fotos de la calle estrechándose por el efecto de los rascacielos, o bien sacar el ejército de coches que se le venía encima. Estoy deseando ver esas fotos porque dejarse la piel de esa manera tiene que tener sus frutos...
Otro aparte es el metro. En realidad nos pasamos el día usándolo- menudo tute le dimos a la tarjeta Metrocard, ( puede decirse que la empresa nos subvencionó el transporte) , pues no pagamos por ella ni la mitad de lo que usábamos el metro- . No tiene nada de peligroso ni de sucio ( si tenemos en cuenta lo grande que es la ciudad ) no sé cómo se las arregló Giulliani cuando fue alcalde, pero no hay peligro ni en el metro ni enla ciudad ( por supuesto no entramos en el Bronx de noche...) Hemos visitado mucho y nunca vimos nada que nos pareciera peligroso, ni robos ni tirones a la española. Claro que se venden armas como si fueran salchichones de Vich, pero la calle es muy segura. Debe haber policías de paisano en número considerable.
Y por hoy voy a dejarlo. Mañana trataré de seguir contando, porque no quiero que este viaje se me olvide y con el blog puede quedar más fijado que con mi memoria. Ciao .