jueves, 17 de julio de 2008

Stefan Zweig "El mundo de ayer" ( Memorias de un europeo)

He terminado este libro de Memorias y , además de muy interesante, me ha resultado - humanamente- muy curioso.
Me explico: Zweig fue un escritor al que leí mucho en mi adolescencia y han pasado tantos años sin volver a su mundo. Precisamente sus Memorias de un europeo es ese mundo, pero no el novelesco, sino el real, el que le tocó vivir , años convulsos de guerras europeas, preguerras y posguerras que alteraron el curso de una vida rica y plenamente vivida.

Era judío, austríaco de nacimiento y alemán por la Historia, francés por asimilación y entendimiento mutuos , italiano por admiración, inglés como emigrante acogido y agradecido...él siente y ama Europa como pocos escritores, sin dejar de admirar a Rusia o España.
Un cosmopolita de vocación que por suerte familiar, económica y profesional, pudo vivir en tantos países durante su juventud que enriquecieron un mundo ya de por sí muy rico, culturalmente hablando.

Conoció y trató como amigos a tantas figuras imprescindibles de la cultura europea que me es imposible enumerarlas: desde Paul Valèry a Freud, desde Benedetto Croce a Mussolini, desde Dalí a Rilke o Thomas Mann y Romain Rolland, Jules Romains ; tantos y tantos hombres que fueron los pilares de lo que hoy somos y pensamos, que no puedo dejar de envidiarlo.

Sin embargo, esta vida tan rica se partió varias veces a causa de la Primera Guerra Mundial y de la Segunda, de las que como centroeuropeo no podía escapar y como judío tampoco.
Confiesa, que en sus últimos años, cuando pensaba en su vida se preguntua ¿Qué vida?
La de su adolescencia de lector insaciable y amante de las tertulias vienesas o la del joven intelectual y apasionado del teatro o la intensamente viajera de los treinta años ? ¿La de la posguerra primera o la de los años felices que mediaron entre ambas? ¿La de emigrante sin casa ni dinero? .
También le sucedía esto si alguna vez pensaba en su casa.
¿Cuál de ellas ?
Había tenido que dejarlas y en la última gran guerra , aunque pasó los primeros tiempos asegurado económicamente gracias a sus derechos de autor- en su tiempo muy leído y traducido a todos los idiomas europesos y no europeos-, la guerra acabó con esa entrada y pasó hambre, con una sola habitación por vivienda, él que en Austria había tenido la mansión de sus padres en Viena y en Salzburgo la magnífica casa en que guardaba las riquezas de un coleccionista curioso : autógrafos, manuscritos, dibujos y pinturas de todos los tiempos pero con una salvedad : que fueran de prohombres del arte al que dedicó su vida y toda su admiración.

Describe cada uno de los innumerables viajes que realizó, causándole una gran impresión la Rusia recién nacida tras la revolución bolchevique aunque, perspicaz no deja de darse cuenta de que nunca está solo y de que ve lo que quieren que vea, pero el alma rusa le atrapó y entendió a Gorki como su gran espejo.
Viaja a América del Norte y del Sur, pero es la naturaleza impresionante del sur la que le subyuga y en Buenos Aires descubre a España y se emociona porque el espíritu de un país pase al otro, tan lejano, por el efecto de una misma lengua.

Hay algo en esta obra que no puedo dejar de resaltar : ignora, casi absolutamente su vida familiar. Sólo habla de sus padres en la niñez. Después nos enteramos por una frase perdida que estaba casado, no llegamos a saber si tuvo o no hijos, tampoco que se separó de su mujer- no sabemos cuantos años estuvieron casados -, y de buenas a primeras nos cuenta que no pudo casarse con su segunda compañera- de la que nunca había dado señales de vida o convivencia- es tan celoso de su intimidad que me ha hecho pensar si no sería tan egoísta que sacrificó a todos por su propia vida y no lo quiso reconocer...pero , por otra parte sería incongruente que fuese así con su sensibilidad...
Este es el último misterio y ahora querría saber esa otra parte- tan importante o más- de su vida.