jueves, 2 de octubre de 2008

El último encuentro

He terminado de leer uno de esos libros que todos deberíamos disfrutar. Reconozco que no lo conocía - y debe ser un buen pozo de ignorancia, si tengo en cuenta que llevo toda mi vida leyendo y hablando de Literatura- pero ahora puedo hacerle el pequeño homenaje en desagravio hablando de él.
Su autor es Sandor Márai, húngaro muy conocido en Centroeuropa y obligado dos veces a abandonar su país, la definitiva con la implantación del comunismo- y a no publicar en Hungría.
Su vida nómada y el amor a su patria debieron hacer de él un hombre triste o muy desengañado y, aunque vivió cuarenta y un años en Estados Unidos, se suicidó en 1989.

No debe ser, por tanto, casualidad que esos cuarenta y un años sean en esta novela los mismos que el general- personaje central de esta obra- espera el regreso de su íntimo amigo Konrad, huido tras una cacería, sin despedirse de él, cuya amistad era tan profunda y más intensa que la de un hermano y se había prolongado desde que ambos tenían diez años.

Cuarenta y un años en que no quiere morir - aunque no desea seguir viviendo- hasta no satisfacer dos preguntas.
Esta es la clave de la historia y va manteniendo el relato con una tensión que se va intensificando más y más cuanto más nos acercamos al final.
Pero no es el tipo de suspense de una novela negra. Es un estado de aristocrática imposición, propia de un personaje que ha dedicado su vida al Ejército y cree firmemente en los valores de éste y los que su padre, del que lo ha heredado todo, además de sus muchas riquezas y situación aristocrática, valores como lealtad, valentía, responsabilidad, honor...le han impuesto seguir viviendo hasta saber lo que Konrad debe contarle.

Con una hábil composición, de preparación del reencuentro, mientras el autor nos va dando pinceladas sobre ellos , sus vidas anteriores, su juventud, pasiones y situación en el mundo : uno muy satisfecho y agradecido- el general- otro muy desdichado por tener que hacer una vida que le es impuesta por sus padres, que además no tienen recursos económicos y a Konrad lo atan con el nudo de la obligación por el sacrificio de estos.

Paralela a la historia corre otra : la de los padres del general, que han vivido un amor como el que él mismo vivirá después con Kriztina, su mujer.
Todo son nudos de confluencia que obligan al lector a tener todos estos hilos permanentemente en la cabeza, pues todos explican el desarrollo final.

Toda la obra, una larga meditación sobre la complejidad del ser humano, puede decirse que es un larguísimo final desde que comienza la narración.
La personalidad de los amigos está perfectamente tratada y en aquellos aspectos- a veces cruciales- no se explica , queda en una nebulosa de preguntas; igual que nos sucede en la vida con los seres que tenemos más próximos y de los que no llegamos a entender ese punto de misterio que se resiste a mostrársenos.

Las incógnitas que esto plantea, la búsqueda de la verdad- aunque sea al final de la vida para darle sentido a la misma- y el desenlace abierto que Sandor Márai tiene- magistralmente- que dejar, pues si la amistad ha sido auténtica, ella sola tendrá que responderse.

¿Fue un cobarde el huido Konrad?. ¿No era un ser especial, de sensibilidad distinta al general?
¿Qué significa su pasiónpor la música? ¿Por qué Kriztina y su madre tienen esa misma pasión ?
¿No es el acusador y víctima alguien que no comprendió por ser distinta su sensibilidad?