jueves, 30 de octubre de 2008

Era su cumpleaños

¿Me tiro? y....se tiró. Hugo "ahogado" por Gino


Gino cumplía doce años y en aquellos momentos, su pasión eran los Skateboards - o, como ellos los llamaban - los skates.
Se había pasado el último año montando en una tabla y haciendo todo tipo de piruetas con ella.
Era un experto y las caídas y golpes no contaban nada a la hora de ensayar distintas acrobacias, subir por las rampas, caer a toda velocidad por ellas, frenar en seco...todo muy dinámico y sintiendo el vértigo del peligro : así le han gustado siempre las cosas. ( Ahora tiene recuerdillos de aquellas caídas...).

Llegaba la fecha de su cumpleaños y no quería cualquier cosa ( siempre ha tenido claro lo que quiere , en eso no hay que romperse la cabeza ).
Fue pidiendo , uno a uno, los componentes de un nuevo skate que se iba a fabricar con lo mejor del mercado . No sé cómolo hizo, pero consiguió armar aquel trasto. Montó unos frenos especiales, unas ruedas ( ¿Cómo las llamaban? la palabra se mueve por mi cabeza y se desliza como las ruedas... no me deja atraparla ).
Cuando la tabla estuvo lista era el orgullo de Gino y la admiración de sus amigos entendidos en tan sesuda materia.

Aquella mañana subimos al campo. Era domingo y pasábamos el día- como siempre- en casa de mi padre !Y pobre del que faltara!. Allí jugaban todos los primos y Gino ya soñaba en las escaleras que saltaría con la tabla ( si no daba con sus huesos en la piscina, pero eso ¿qué importaba? ) ya se deslizaba por los pasillos donde cogería velocidad y los primos se pelearían para cambiarse sus skates , rivalizando por quien tenía más habilidad.

Al llegar, aparcamos el coche en la carretera. Por allí sólo hay unas pocas casas y mucho espacio en la cuneta.
Gino salió pitando y le dijo a Hugo que sacara el skate.
Entramos en casa y apenas habíamos saludado cuando Gino pidió su tabla. Hugo, tan despistado como su padre, recordó que la había dejado en la calle. Gino se puso furioso y salió pitando a buscarla.

Alrededor del coche no estaba. Volvió a pedir ayuda, pero Hugo, incapaz de decir una mentira insistió : Lo dejé en el suelo al salir, y me olvidé de cogerlo. Tiene que estar al lado de la puerta.
Fuimos a comprobarlo. Había desaparecido, aunque por allí no se veía un alma...
Hugo estaba demudado. Se sentía muy mal por haberle fallado, tan inconscientemente, a su hermano.

La decepción de Gino fue tan grande que nunca quiso saber nada de skates. Se negó a que le compráramos el mejor que hubiera, tampoco a volverlo él a "fabricar".

Sentí la impotencia de no poder ayudar a mis hijos , cómo son de frágiles las ilusiones y el hoyo que cavan en el alma al romperse.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Una lengua : una patria. ( !Tierra, Tierra! de Sandor Marai)


En 1900 nació Sándor Márai en una ciudad de Hungría ( Las Tierras Altas las llama él , que más tarde, tras los repartos de Yalta, pasaron a manos checas ) y en el 48, teniendo esos mismos 48 años salió para siempre de Hungría, rumbo al exilio.Vivió en los Estados Unidos y 41 años después de su huida, se suicidó.
Este es el recorrido corto de su vida. Pero no es su vida.

Acabo de terminar un relato autobiográfico de los cuatro últimos años que pasó en Budapest.
Se inician con una cena- el último cumpleaños que celebró- libre- en su casa y cuyo final, a las doce de la noche fue interrumpido por la noticia : "Los alemanes acaban de ocupar Hungria".

Con un estilo rápido, de gran escritor, perspicacia y profundidad en el análisis político, conocimiento exacto de las pasiones humanas y generosidad para comprenderlas, todo regado con el mejor vino del Balaton : la ironía de un viejo europeo, que nunca pudo llegar a viejo por dichas cualidades.

A los años de invasión alemana, le siguieron los peores : la reconquista de Hungría por los rusos.
Cómo fueron engañando a los campesinos- el primer año- con un engañoso reparto de tierras, cómo empezaron a difundir el nuevo dogma, cómo- sin el menor escrúpulo- saqueaban y robaban absolutamente todo, sin molestarse en hipocresías, con total desfachatez ; de este expolio cuenta detalles increíbles : como un general, después de presentarse en casa de un personaje importante de la vida húngara ,tras comer con ellos, se despide ceremoniosamente de él y de su esposa. Salen a despedirlo a la puerta y... de repente, vuelve sobre sus pasos y le quita el reloj al anfitrión llevándoselo con la mayor naturalidad.
Habían hecho una revolución, habían liberado Hungría...eran sus dueños.

Miles y miles de hechos que Sandor Márai va describiendo a la vez que se desliga de la vida literaria controlada especialmente por los comunistas.

Tiene ocasión de salir- por unos meses- del país a Suiza y París. Este mundo, la vieja Europa, de repente, se le presenta como era antes de la guerra cuando ya casi no creía que se hubiera conservado.
En el dilema de si volver o no a Hungría, tiene claro que su patria es su idioma , aún siendo consciente de que era un idioma hablado por muy pocos hablantes y sólo en el territorio magiar. Pero no puede renunciar a él, siendo escritor. En él piensa y con él comunica...
Debe regresar.

El último año que pasó en Budapest fue ya una tortura. Los rusos estaban acabando su labor y el país estaba corrompido, los sobrevivientes se vendieron al Partido y el miedo, el terror amenazaba a los demás.
Optó por callar. Pero ese silencio suyo empezó a molestar a la jerarquía : tampoco podía callar, pues su disidencia era así más notoria. Siendo escritor se refugió en la lectura de otros escritores de segunda fila, pero sólo porque no habían sido reconocidos por las Grandes Editoriales, siendo- como Sandor Márai reconoce- grandes escritores en un país tan culto.
Se iba embebiendo de lo que aquellos le trasmitían de su patria, la estaba absorbiendo para empaparse y no olvidarse nunca de lo que fue su país.Pasó ese año buscando dichas publicaciones ansiosamente, en Bibliotecas y librerías de viejo, antes de que la Nueva Autoridad los hiciera quemar.

Ya estaba claro: tenía que irse. ¿A dónde? A la luz de Italia y después... no sabía.
Una invitación llegada de Suiza, que incluía a su familia, le llevó a solicitar el pasaporte. En el verano del 48 fue la última salida que se permitió a los húngaros. En el 56 ,tras la revolución fallida, muchos huyeron en condiciones dramáticas.

Márai pudo salir y nunca volver. No recuperó su lengua magiar y hubo de escribir en otros idiomas. Ni pudo volvera pasear por el Bastión,ni cruzar a Pest a tomar unos vinos, ni al lago Balaton ni a las Tierras Altas de su infancia.