lunes, 28 de julio de 2008

13 de julio, sábado. 13:00 horas

Hace muchos años, en 1974, el 13 de julio murió mi madre. Llevaba seis meses ingresada en la Clínica y se iba consumiendo muy despacio por un cáncer de colón. Estuvo sin alimentación,sólo con sueros, prácticamente los seis meses, cada día más desanimada, aunque disimulaba lo que podía, pero ser tan inteligente y mujer de médico le hacían ver con evidencia que su caso no tenía salida.
Cada día iba a estar con ella, a veces entre clase y clase- si tenía una guardia compartida y me echaban un capote -y si no, pasaba allí toda la mañana.

Entrar en la habitación, más incluso mientras estuvo en casa, era un momento durísimo. Me ponía la máscara y sonreía- como hacíamos todos- y buscaba conversación sobre todo lo que pasaba "fuera" que pudiera interesarle.
En realidad, ya no le interesaba nada, pero ponía cara de que sí y te hacía preguntas para disimular mejor. Pero su mirada...aquellos impactantes ojos azul-lila, era muy triste.

Llegó el 24 de junio- era su santo - y nadie sabía qué regalarle. Unos llevamos perfumes, otros flores, pero sabíamos que era el último y ella, mejor que nadie. Fue el día que más triste la encontré y no pudimos hacer casi nada, porque el engaño no era posible con ella.

A partir de ese día fue muy rápido su empeoramiento y dos días antes de su muerte ya no podía coordinar su pensamiento con el habla y, si quería que abriéramos la ventana, balbuceaba que quitáramos la sábana o algo parecido...dejaba de insistir al ver que no la entendíamos y supimos que ya era cuestión de horas...


No somos religiosos ni practicantes, pero siempre me ha impresionado que mi madre muriera un sábado y al mediodía , ( tantos años oyendo a las monjas "El ángel del señor anunció a María..."en sábado y a esa hora,que fue inevitable que pensara que "su ángel" había venido a llevársela.
Cuando años después murió mi padre,un Jueves Santo y a las cinco de la tarde...volvieron mis pensamientos a llevarme a la religión juvenil, cuando me decían que ese día a las cinco murió Jesús. Supongo que fue un consuelo y eso debe ser la religión para los que se agarran a ella.

Aquel sábado hacía un día de sol, espléndido. Estábamos con ella varias hermanas. Yo mantenía su mano entre las mías, pero ya estaba inconsciente desde la noche anterior. Su paso al otro lado fue dulce. Sólo el silencio que nos tenía la garganta cerrada y un rayo de sol entrando por la ventana abierta . Papá nos indicó que ya había pasado todo. No quiso que la veláramos en la Clínica. Había mandado limpiar la casa de Las Palmas - que llevaba más de un año cerrada- y allí se trasladó su cuerpo. En su habitación.
Cuando salió definitivamente de casa, papá volvió a cerrarla y de nuevo pasó otro año sin abrirse.

Fue duro cuando nos dijo a Cristina y a mí, que había que volver a aquella casa y que recogiéramos su dormitorio y todo lo de mamá. Al entrar seguían las flores marchitas y resecas que se habían caído del ataúd.
Peor fue ir abriendo cajones y sacando su ropa, sus cremas y joyas, sus zapatos...penas podíamos ver pues no parábamos de llorar. Fue como revivir su muerte después de pasado un año.

Estoy segura que el peor año de mi vida fue ese 1974, cuando murió mi madre.
Ese curso "me estrené" como profesora y dar clase en el Nocturno, cuando era de verdad para personas mayores que trabajaban durante el día, me hizo pasar mucha vergüenza pues no tenía seguridad en mí misma, soy muy tímida y los alumnos eran mayores que yo. Por otro lado, no tenía ni idea del nivel al que debía adecuar las clases y lo ponía demasiado alto ( Sólo al final de curso me enteré de este detalle, cuando Armengol- el Jefe de Estudios- tras ver las notas de mis alumnos vino a felicitarme y me confesó que había estado muy asustado conmigo por las quejas de los alumnos de que estaba enseñandoles como si fueran alumnos de Universidad...

También fue el primer año de matrimonio y con mi madre tan enferma no podía atender un nuevo frente : mi marido. Nunca ha sido un hombre práctico y nada casero, así que no echaba una mano...me sentía desbordada anímica y físicamente.

He recordado todo esto, ahora que se acaba Julio, y ya no me parece tan mal que el cielo esté gris y el alisio no deje de soplar. Hubo tiempos peores.