jueves, 25 de febrero de 2010

Un árbol crece en Brooklyn



Betty Simth, sedónimo deLilian Elizabeth Wehner, autora norteamericana de principios de siglo y creo que poco conocida en España.
Este libro sugiere una autobiografía novelada que no debe apartarse mucho de su propia vida. De gran sensibilidad, la niña que narra su vida y crecimiento en el barrio de Brooklyn y de Williansburg, refleja la dureza de condiciones a las que se enfrentaron los emigrantes europeos en su nuevo país, pues América, en estos barrios pobres, no se abría a ellos ni en las escuelas.
El sueño de Francie Nolan, la protagonista , es convertirse en escritora y conocer una vida mejor y a la escritura dedica sus mejores trabajos escolares... que acabará quemando por la crítica negativa de su profesora, que ve en ellos excesiva dureza, muy poca felicidad...
La pobre Francie sólo cuenta su vida y esta autenticidad no es valorada por la cursilería de la maestra que sólo gusta de bellos paisajes y niños felices.
Francie sabe que tampoco es guapa, como sí lo son sus padres y su hermano. Quiere con locura a su padre, un ser tierno y amable, pero desgraciadamente alcohólico. Su madre , guapa y joven, muy enamorada de Johnny Nolan , trabaja a destajo para sacar a su familia adelante.
Apenas tiene tiempo para su hija, quien además sufre porque el hijo predilecto es Neely, su único hermano al que ella se siente muy unida.

Las descripciones del entorno, los diálogos y, sobre todo, los procesos mentales por los que Francie va enfrentándose al mundo, madurando y creciendo, son obra de una gran escritora, como lo es Betty Smith. Su finura en retratar los estados de ánimo, la sensibilidad con que los presenta y el reflejo exacto de la niñez, la adolescencia y juventud son tan cercanos que crees haber conocido a esta familia.

El entorno , los otros familiares y sus complicadas vidas , el barrio donde se mueven y conocen, la pobreza que todos comparten.. tienen un protagonista que late por encima de todos : el amor que se tienen padres, hijos, hermanos y tíos.
El retrato de tantas vidas y su comprensión ante las flaquezas de cada uno hacen que el lector se sienta unido a la Humanidad, aumentando nuestra actual escasa empatía por el otro y lamentando el individualismo que se ha impuesto.

Con esta obra se siente la nostalgia por aquellos tiempos- peores o más duros- pero que tan cálidos fueron para el ser humano. Una lectura bellísima.

martes, 23 de febrero de 2010

Tristan und Isolde


Me cansó. Y no me importa decirlo. Ayer fuimos a ver esta ópera con bastante entusiasmo, pues la crittica puso los ensayos por las nubes.
Me parecieron cinco horas pesadísimas. Está muy claro que , a estas alturas , Wagner no es mi autor preferido como compositor de óperas. Exige de sus intérpretes un nivel altísimo- dicho esto en toda su extensión- pues además de hacerles cantar - desde la primera nota - con toda su fuerza, expandiendo la voz al máximo, tienen que permanecer en esa tesitura desde el principio hasta el final, sin descanso.

Mi crítica , por supuesto, no va contra los magníficos intérpretes de Tristán (John Fredrich West) ni de Isolda ( Jeanne Michèle Charbonnet ) o de Brangania ( Petra Lang) que brillaron por su calidad de voz , su enorme esfuerzo físico y su entrega.

Tanto uno como otra, los amantes están permanentemente en escena y permanentemente en tensión dramática. Aquí veo uno de los fallos de Wagner : la ópera, como cualquier obra dramática exige momentos de distensión , contrastes y diferentes "estaciones emocionales" hasta llegar al clímax... y aquí desde el principio hay una extrema tensión . Sin pasar por diversos estados , la acción ( decir la inacción estaría más cerca de la verdad ) aburre

Por otra parte, al no componer arias al estilo italiano , el conjunto es un todo sin diferenciaciones, muy pocos momentos pueden considerarse arias .

Los coros tampoco tienen su rol , apenas cantan ( sólo coro de hombres ) y el director de escena
tuvo el acierto de darles el papel de actores , confiriendo más movilidad a alguna escena.

Por último, Wagner es considerado un filósofo por seguir a Schopennhauer en la teoría de que la muerte es el ideal de "vida", pues en ella el amor será eterno y sin sufrimientos... Lo malo es que esta idea se repite una y mil veces, dicha de todas las formas posibles, a lo largo de los tres actos, en larguísimos recitativos-monólogos.

Dejo para el final a MARIO PONTIGGIA. Su trabajo es aquí lo que más cuenta. Es el director escénico, así como diseñador del magnífico vestuario y la muy atractiva escenografía .

En ella el azul es el color predominante, símbolo de la noche eterna por la que suspiran los amantes. Siento no haber encontrado otra foto que los bocetos del propio Pontiggia para "Operísima" , pero son de gran plasticidad y con muchos recursos escénicos. La conjunción de colores con el vestuario también resultaba armoniosa .
De gran modernidad, sin embargo no era de esas escenografías que apenas dejan a los cantantes moverse o lo hacen con dificultad.

Son de resaltar el segundo y tercer acto : en aquel el escenario está visualmente dividido entre un bosque sugerido por troncos altísimos por donde los amantes juegan o son espiados y la casa en dos planos ( arriba el balcón o atalaya donde Brangania vigila) y el espacio liberado abajo para movimiento actoral.
El tercer acto presenta un espacio enmarcado en lo alto por una fuga visual de arcos que se pierden en el infinito, como esqueletos de animal, y un entramado lateral de armazones metálicos - a mi me hicieron recordar las imágenes de la estructura de las Torres Gemelas, tras haber ardido - también en fuga visual - en este caso lateral , que amplían ópticamente el espacio opresor de las múltiples muertes.
Un gran trabajo ( y lo que tiene más mérito , con muy poco presupuesto ).