jueves, 5 de junio de 2008

El soliloquio del farero

Cómo llenarte, mi soledad
sino contigo misma...
Así empieza este inmenso poema de Cernuda que se me viene a la cabeza, ahora que acabo de leer un blog de Juan Carlos Dominguez. Son dos voces distintas, pero unidas por el dolor, no importa de qué signo sea uno u otro, el sufrimiento del alma es siempre el mismo. Yo debería estar muy contenta, de hecho lo estaba, pues Hugo acaba de llamarme para contarme las últimas notas de su última carrera. Él y yo estábamos emocionados, porque en las prácticas - donde menos seguro ha estado por culpa de las manos poco habilidosas que heredó de su madre y su abuelo...esas manos y la voluntad que ha puesto le han llevado a un 9,8... En Enfermería, que es la carrera, la práctica será importante, pero su entrega y deseo de comprender a todos, el amor que le pone hasta a la vida de una mosca, que no me deja matar - parece budista- me permiten estar convencida de que va a ser muy querido y necesitado . Estaba contento cuando hizo Traductores, pero el camino en Canarias no se abría a otra cosa que a la enseñanza. Lo probó un par de años en varios Institutos y Escuela de Idiomas - sufrió mucho- y volvió a decir que no, que quería hacer Enfermería. Ya lo ha conseguido . Gracias a que la vida es larga, uno puede equivocarse y corregir, aunque no solemos hacerlo ( yo, por lo menos, me empecino en sufrir cuando es mejor arrojar la toalla ). Pero aunque hoy no quería nombrar esa negra sombra, la vida es un cruce de momentos y me quedo con el sabor agridulce de que unos sufren cuando otros están exultantes. Vuelvo al Soliloquio del farero:
Tú, verdad solitaria
transparente pasión, mi soledad de siempre,
eres inmenso abrazo;
El sol, el mar,
la oscuridad, la estepa,
el hombre y el deseo,
la airada muchedumbre
¿Qué son, sino tú misma?

Por ti, mi soledad, los busqué un día.

En ti, mi soledad , los amo ahora.