jueves, 19 de noviembre de 2009

El tiempo detenido



Cuando pasas ocho días en un barco la vida se hace más lenta. El tiempo de navegación- si no eres de los que se lanzan a la piscina y al solarium- te permite disfrutar, leer, pasear por la cubierta- donde no hay nadie, habiendo sol, todos están arriba-y hasta hacer ejercicios de estiramiento.
Luis y yo llevamos años reencontrándonos en los viajes y es donde mejor nos entendemos.
!Pues vaya cosa! si no hay problemas cotidianos que resolver, si todo el tiempo es para nosotros, ¿Cómo podría ser de otro modo?

Lo pensé mientras veía desde la Planta Noble del barco, como el capitán casaba a una pareja. Sí, era un matrimonio civil y completamente en serio : al final les dió el certificado junto con el brindis y la tarta.

Fue una boda emocionante para la tripulación que estaba en el secreto. ¿Cuál era ese secreto? Pues nada menos que la novia desconocía que se iba a casar aquella tarde...
Su novio lo había preparado con antelación y no le había contado nada sobre lo que le esperaba en el crucero. Le dijo que debía vestirse de gala pues esa tarde era la merienda del capitán y ella se puso un traje de chaqueta, como de cocktail de media tarde y...al llegar a la Planta Noble se encontró con que le ponían en la mano un ramo de novia, sonaba la música de los violinistas que tocaban por la tarde allí mismo y... un pasillo de flores ( de ppael, pero puestas con mucho gusto, mezcladas con lazos) hasta el ¿altar?. No era tal, pero con la magnífica cascada que cae de la segunda planta a la primera, era un lujosos escenario.

¿Y yo cómo sé todo esto? Pues, casualmente habíamos entablado amistad desde el primer día con el segundo de a bordo ( Nicola...no recuerdo qué más ) y él nos avisó paraque estuviésemos por allí a la hora prevista.
Las recepcionistas, con uniforme también de gala flanqueaban a la pareja.

Cuando más tarde les pedí que le dijeran a la pareja que me dejaran su e-mail, para enviarle las fotos que sacamos desde arriba, se pusieron muy contentas, pero no supieron hacerlo. Se empeñaron en darles a la pareja nuestro número de habitación...y debieron pensar que éramos unos entrometidos. No contestaron y no se lo reprocho.

Fue todo un viaje.

Un mundo a la medida .



Cuando oigo hablar a los niños, cambio por dentro y siento - porque ellos lo trasmiten- una confianza en el mundo, la ilusión que ellos viven como real sobre cualquier fantasía o cuento.
Me encanta escucharles y seguir su juego. Agarrar sus manos mientras me cuentan las historias del colegio o los comentarios sobre las películas animadas que estén viendo.
Ayer, Victor , que no llega a tres años, veía "Piti Pan" y se adelantaba a los gruñidos del Capitán Garfio , sin miedo alguno porque se conoce la peli al dedillo y sabe de lo que Campanilla y Piti Pan son capaces.
Aurorita con cuatro años ya me quiere , después de pasar un tiempo en que sólo quería a su abuela ( y a sus padres, claro). Ahora me pone la cabeza en mi falda y deja que juegue con su pelo, pero lo que más piden ella y Vitito es que les cuente un cuento. Siempre los mismos.
Dani, ya tiene seis, pero es muy ingenuo y tiene mucha fantasía. Viene a casa y ya me está pidiendo las plastilinas: sacamos "el mantel" ( Una bolsa grande de plástico, partida por la mitad para agrandar el espacio) y nos ponemos a construir un mundo : botes de pesca y tiburones acechando, montañas y volcanes en plena erupción, caracoles gigantes que comen panes verdes o rojos...una cunita para una muñeca con ojos de lentejas...

Voy jugando con mis sobrinos-nietos y me olvido del resto del mundo. Con ellos siento paz y equilibrio: "el mundo está bien hecho" como decía el poeta ( ¿Salinas? no recuerdo).

Dentro de tres meses tendré a mi propio nieto . Antes de que nos demos cuenta, empezará a hablar y decir disparates. Su media lengua lo hará más divertido.

!Qué ganas tengo de que llegue eso!